Si en algo somos limitados quienes nos dedicamos a la creatividad, el arte o la comunicación, es en saber ponerle precio a nuestro trabajo. Lo sé porque no sólo me pasa a mí. Constantemente amigos y colegas me preguntan: -Fede, ¿cuánto cobro por escribir esto? ¿Cuánto cobro por diseñar aquello? ¿Será mucho pedir este sueldo en esta agencia? ¿O es muy poquito?
Nosotros tenemos la fortuna de trabajar en tenis y vivir de nuestro talento, pero como es tan divertido y se nos da tan fácil lo haríamos hasta gratis si no tuvieramos que pagar el recibo de la luz el mes que viene.
Esto me acuerda de la pintora a quien le ofrecieron un número súper bueno para pintar todos los cuadros de un hotel. Siempre había vendido cuadros individuales así que la cifra era muy superior a la habitual. Aceptó de inmediato, fantaseando con ver ese monto total en su cuenta. Sin embargo la cantidad de cuadros era muy grande, entonces le tocó contratar una ayudante para cumplir con los tiempos del cliente. El precio por unidad resultó ser un 30% del precio de un cuadro individual. Le pintaron la cara, pero aprendió una lección: ¡En lo que hacemos no existe tal cosa como el descuento por volúmen!, ¡No somos una máquina de hacer chorizos!, ¡El esfuerzo, el talento y el tiempo invertido es el mismo por cada entregable!
Si algo les falta a las facultades de ciencias humanas es a enseñarte sobre negociación. Aprenderás a hacer publicidad, a crear hermosos diseños, a escribir muy bien, pero cuando se trata de ponerle precio a tu propiedad intelectual quedas completamente a ciegas o a merced de la opinión de otros, quienes en realidad no conocen cuánto te cuesta a ti darle forma a tus ideas.
Y eso que ni para trabajar como empleados nos enseñan a negociar un sueldo. Una vez me creí el corporate scam de “No te podemos dar lo que pides, pero en seis meses te subimos el sueldo”, entonces acepté y ya pasaron 6 meses y 12 años sin que llegue el prometido aumento.
¿Pero cómo cobro? ¡¡Dime algo Fede!!
Los creativos, artistas y comunicadores, nos alimentamos de los apláusos. Le tememos al rechazo, a que nos digan que no. A muchos nos cuesta entender que una negociación es una conversación: si el cliente acepta pues muy bien, si dice que no, pues será el que sigue y si tira una contrapropuesta queda en nuestro haber el decir que no, o que sí, pero bajo otras condiciones, o entregables.
Así que después del meme te compartiré lo que he aprendido ahora que soy emprendedor y tengo mi agencia de publicidad para marcas de Hispanos en Estados Unidos:
Cobra por horas.
Aplica esta sencilla fórmula: Suma tus ingresos del año pasado y ese monto lo divides entre 2000, que son más o menos el total de horas que trabajas en el año. Eso te puede indicar cuánto cobrar por hora. Si bien el precio por hora es fácil de aplicar, creo que da un mensaje erróneo: “Te cobro más porque me demoro más, no por la calidad de mi trabajo”.
Cobra por entregables.
Haz una lista de entregables del proyecto y ponle un determinado precio. Como base, puedes calcular las horas que te toma completarlos, pero la unidad de cara al cliente no será la hora de trabajo sino el ítem. Así, si el cliente te pide rebaja le puedes diseñar un paquete con menos entregables.
Acuerda una fecha de entrega y no importa si te demoraste 5 o 15 horas, ahora depende de tu talento y experiencia el hacerlo más rápido y mejor para que el proyecto sea aún más rentable.
Cobra lo que te de la gana:
Piensa en el monto que te haría feliz si te dicen que sí. A eso súmale un 15%, ¿Por qué un 15%? Porque este es tu seguro anti-creativonegociandocomositodofueramuyfacil. Pensándolo bien, súmale un 20%.
¿Lo tienes? Empieza a subir el precio:
Bien, digamos que ya cerraste tu primer negocio. Escribiste un jingle publicitario y te pagaron, por decir, 500. Vendes dos o tres por este valor y no tuviste que hacer demasiado para que acepten tu oferta. Al próximo interesado le subes unos 50.
Si te siguen comprando, sube gradualmente el precio hasta que veas que es más difícil hacer la venta o que no se hace y quédate ahí hasta que sepas como entregar más valor o hasta que aprendas como comunicar mejor tu oferta.
La idea no es tener más clientes que paguen 500, es tener la mitad de clientes que paguen 1000, para que tengas tiempo para desayunar, llamar a tu mamá, regar las plantas o hacerle cosquillas a la tortuga.
Estoy cansado jefe…
Por fortuna, en El Puerto, mi agencia de publicidad para marcas latinas en USA, tengo una socia -ingeniera- a quien le resulta natural presentar una cifra que represente el valor que estamos entregando y que no le da pena recordarle a un cliente que hoy es la fecha de pago. Ella se ha encargado de mandarme al frente, a ver si así dejo de ser tan gallina para negociar. Acá les comparto el review que me hizo acerca de mis avances en este tema:
“Fede es una persona con mucho talento, ha demostrado interés en aprender a negociar. Aunque ya no le dan ganas de llorar, todavía me pregunta todo antes de negociar con nuestros clientes. Tiene mucho por mejorar. Lo importante es la actitud.”
Valentina Londoño. Partner & Social Media Director
Así que no te debería dar vergüenza pedir lo que crees que te mereces. En definitiva, aprender a valorar nuestro trabajo es esencial para cambiar la percepción que se tiene de las profesiones creativas. No se trata solo de cobrar por necesidad, sino de reconocer y hacer reconocer el valor de nuestras ideas y el talento que ponemos en cada proyecto. (No como otrassss agenciassss grandesssss que regalan su trabajo en los pitchssss...)
A medida que te sientas más seguro en tus negociaciones, estarás no solo mejorando tu calidad de vida, sino también contribuyendo a una industria donde el talento se respeta y se paga justamente.
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