Cuando me llegó la máquina del tiempo lo primero que hice fue viajar al 16 de diciembre de 1995. Toqué el timbre de la casa 65-59 en el barrio Conquistadores y pregunté por mi. Marleny me fue a llamar, dejé el Nintendo en pause y fui a atender el señor de 43 años que me buscaba en la puerta. El de afuera era yo, con 28 años de diferencia. Entonces saludé al chico a través de la reja y le dije que la noche anterior había hecho un gran trabajo documentando el grado de nuestra hermana Claudia. Le conté que edité el video y me miró incrédulo. Cuando estaba a punto de dar el portazo, saqué el televisor que llevaba en mi bolsillo y esto fue lo que le mostré:
Hoy tengo la misma edad del narrador de “Los Años Maravillosos” y el Federico que sale en el video tiene la misma edad de Kevin Arnold.
La aparición de la cinta
Desde que me gradué soy parte del comité desorganizador de la fiesta de egresados del colegio. Este año quería sorprender a mis compañeros con material fílmico de la época y recordé que mi hermana era aficionada a las handy cam y que yo las tomaba prestadas cada tanto para las tareas o para grabar eventos familiares.
Entonces llamé a Mónica a preguntarle si tenía las cámaras de mediados de los noventa y claro que sí. Estaban todas las cintas, entre las cuales había una que decía: “Filosofía (Fede)” marcada con mi letra. ¡Esa fue! En esa cinta estaríamos mis compañeros y yo haciendo una dramatización de la vida de Sócrates, incluyendo algunos bloopers con ataques de risa.
Sin embargo, en cincuenta minutos de grabación encontré tan solo un fotograma del proyecto del colegio y el resto, grabado encima, era la celebración de los grados de mi otra hermana, Claudia.
Cuando Federico encuentre a Federico
Veintiocho años después, Federico encuentra el material crudo y se descubre a sí mismo, de 15 años, haciendo algo para lo que no estaba entrenado. En ese entonces, no había estudiado fotografía, ni producción de video, ni técnicas de storytelling. Era un adolescente divirtiéndose con una cámara, fastidiando a sus primos y contando la historia de la noche del 15 de diciembre de 1995.
Entonces Federico de 43 se puso en la tarea de editar el material creado por el de 15.
Federico de 15 había hecho muy bien la tarea: tenía registro de los invitados, al menos un buen primer plano de cada uno, documentó todos los sucesos de la noche, desde el grado en EAFIT hasta la recepción y celebración religiosa en casa. Grabó diálogos casuales con movimientos de cámara fluidos que seguían a un sujeto y continuaban en otro. Un documento espontáneo pero técnicamente bien logrado a pesar de las condiciones de luz y las limitaciones de las cámaras portátiles de la época.
El tesoro no era la cinta, el tesoro era el talento.
A mis 43 encontré un chico de 15 con muy buen ojo para la fotografía y una capacidad natural para contar historias. Vi rasgos de mi personalidad que no recordaba y reviví con nostalgia nuestra la adolescencia sin pantallas de bolsillo. Además pude observar con emoción lo mucho que me divierte estar detrás de cámara.
Pero ese chico de 15 no tenía ni las más remota idea.
Este es el video de 7 minutos que edité 28 años después de haberlo grabado.. ¡Mis tías al verse más jóvenes me amarán! Mis primas, al verse adolescentes, no creo.
Une los puntos
Así que te invito a escarbar en tu pasado y a unir los puntos. Empieza por hacerte estas preguntas: ¿Qué te encantaba hacer? Y si es del caso ¿Por qué lo dejaste de hacer?, ¿Para qué eras bueno?
Dibujabas, escribías, pescabas, te sabías los nombres de las piedras…
Vuelve al presente y descubre cómo estos talentos del pasado te han construido como profesional y como persona. Es posible que hoy no vivas de la pesca, pero quizá con esto hayas aprendido a tener paciencia o a callarte cuando es necesario.
No lo sabes, pero es posible que alguna vez te toque demostrar tu destreza como pescador y este talento despertará de su estado latente.
Intenta recrear algo que te generaba felicidad o reconocimiento en el pasado. Intégralo de nuevo a tu vida, pero ahora de manera consciente, con la perspectiva que te da el paso del tiempo.
Escucha los viejos cassettes en los que te grabaste cantando, escribe unos versos, o mira el cielo y encuentra las constelaciones, como la astrónoma que eras a tus 12 años.
Y si eres un tronco para el reggaeton, ¡sácala a bailar un merengue!. Yo sé que era tu especialidad y hasta hacías el ocho.
Vuelve a aprender desde la curiosidad. Vuelve a hacer solo por hacer. Si no le encuentras utilidad, guárdalo como mi hermana guardó sus cintas de los noventa. Es posible que hoy ese aprendizaje no tenga mucho sentido, pero tal vez en 5 o en 20 años lo encuentres en un cajón y se convierta en parte fundamental de tu próxima gran idea.
Te dejo con esta frase de Steve Jobs cuando fue invitado a una ceremonia de graduación en la Universidad de Stanford:
“Es imposible conectar los puntos hacia adelante, solo lo puedes conectar hacia atrás. Así que tendrás que confiar en que los puntos se conectarán en el futuro. Tienes que creer en algo, en el instinto, el destino, la vida, el karma, o en lo que sea, porque creer que los puntos se conectarán en el futuro te dará la confianza de seguir a tu corazón, incluso cuando te lleve por un camino desconocido”.
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